Una gestión óptima de la cartera de inversiones requiere no sólo la capacidad del inversor para analizar los datos financieros y evaluar el riesgo, sino también la comprensión de los objetivos financieros personales, los horizontes temporales y la tolerancia a la inversión para crear estrategias personalizadas que permitan alcanzar los resultados deseados.
1. Resistencia a los mercados financieros y a la inflación:
Los bienes inmuebles, como activos reales, suelen ser menos susceptibles a las fluctuaciones de los mercados financieros en comparación con los valores o las divisas. Además, cuando sube la inflación, suelen subir también el valor de los inmuebles y los alquileres, lo que contribuye a preservar el poder adquisitivo del capital.
2. Estabilidad a largo plazo de los rendimientos:
Las inversiones inmobiliarias, especialmente las viviendas de alquiler o los inmuebles comerciales con contratos de arrendamiento a largo plazo, proporcionan un flujo de ingresos estable y predecible. Esto es especialmente importante en periodos de inestabilidad o crisis económica.
3. 3. Protección contra las fluctuaciones monetarias:
Las inversiones inmobiliarias pueden proporcionar protección contra las fluctuaciones monetarias, especialmente si las propiedades están situadas en jurisdicciones económicas estables o en divisas que no están sujetas a fuertes fluctuaciones.
4. Diversificación de la cartera:
Añadir inmuebles a una cartera de inversión ayuda a diversificar los riesgos asociados a otros tipos de activos, como la renta variable o la renta fija. Esto promueve un crecimiento más sostenible del capital en diferentes condiciones económicas.
5. Ventajas fiscales:
Las inversiones inmobiliarias pueden proporcionar diversos beneficios y deducciones fiscales, como la depreciación de las propiedades, una base imponible más baja y oportunidades para gestionar las obligaciones fiscales.
Conclusión:
Las inversiones inmobiliarias desempeñan un papel importante tanto para proporcionar ingresos estables como para proteger el capital frente a la volatilidad económica mundial. Por lo general, los activos reales representan una forma más fiable de protección del capital en comparación con los instrumentos financieros, especialmente cuando las propiedades se seleccionan adecuadamente y se gestionan de forma profesional.